Nos tomamos un taxi hasta el Ibis Copacabana, que quedaba a dos cuadras de la playa, a una del subte y a otra de la avenida Copabana.
Tiramos las valijas y salimos para Copa...
Nos tomamos un colectivo para Botafogo y nos subimos al teleférico del Pao de Açúcar...
Como me había dicho Sabrina, subimos de día, vimos el atardecer mientras se iban prendiendo las luces de la ciudad y bajamos de noche, una experiencia religiosa.
Lo sorprendente es la velocidad en que se hace de noche, como Río está detrás de una serie de morros, el sol, al caer detrás de ellos, hace que estés viendo el atardecer y de repente se haga de noche.
Al bajar fuimos a la playita que queda al lado del Pao, la misma que se ve en una de las fotos de arriba, pero a esta hora ya estaba llena de pescadores y no daba meterse al agua y clavarse un anzuelo.
Volvimos caminando hasta el hotel, la zona es hermosa, primero están varias facultades, después un barrio de edificios con canchas de basquet y parques en el centro, después un shopping. Pasamos el tunel de no sé cuánto (no, no me acuerdo el nombre) y después de hora y media de patear (con Caro creemos que la mejor forma de conocer una ciudad, a pesar del cansancio, es caminar lo más que se pueda) llegamos hasta cerca del hotel, comimos en un barcito de por ahí y nos fuimos a dormir.
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