Salimos derecho al Parque Nacional Iguazú y nos tomamos un camioncito que nos llevó a través de la selva hasta un puerto.
Pero antes, conocimos a estas preciosas criaturitas de dios.
Preciosas hasta que descubren que tenés en tu poder cualquier cosa que ellos crean que pueden comer, y cuando me refiero a lo que "ellos crean" me refiero a cualquier cosa que uno apoye en algún lugar a su alcance como ser cámaras de fotos, billeteras, gorras... Te descuidás un segundo y terminás como esa señora corriendo a un coatí por media selva porque le había robado el almuerzo.
Una vez munidos de salvavidas y bolsita impermeable para las cosas que no debían mojarse, salimos en un gomón navegando hacia la base de las cataratas.
Desde el río pudimos ver más fauna, como esos dos carpinchos bañándose en la costa.
Nos acercamos muchísimo a las caídas de agua...
Aunque eso de tirar la lancha debajo mismo del agua y decirte que era un bautismo fue un poco exagerado... ¡Mucha agua!
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