martes, 24 de septiembre de 2013

Casados sin hijos

Caro tenía un congreso de derecho en Iguazú, así que aprovechamos, dejamos a los chicos en Buenos Aires, y recorrimos las Cataratas y nos escapamos, via Foz de Iguazú, a Río de Janeiro cinco días solitos.

Cataratas (Primera Parte)

Caro viajó el miércoles para el congreso, yo llegué el sábado. Nos íbamos a encontrar en la Garganta del Diablo, pero Caro fue más coherente y me estaba esperando en el aeropuerto.









Salimos derecho al Parque Nacional Iguazú y nos tomamos un camioncito que nos llevó a través de la selva hasta un puerto.














Pero antes, conocimos a estas preciosas criaturitas de dios.


Preciosas hasta que descubren que tenés en tu poder cualquier cosa que ellos crean que pueden comer, y cuando me refiero a lo que "ellos crean" me refiero a cualquier cosa que uno apoye en algún lugar a su alcance como ser cámaras de fotos, billeteras, gorras... Te descuidás un segundo y terminás como esa señora corriendo a un coatí por media selva porque le había robado el almuerzo.




























Una vez munidos de salvavidas y bolsita impermeable para las cosas que no debían mojarse, salimos en un gomón navegando hacia la base de las cataratas.

 

Desde el río pudimos ver más fauna, como esos dos carpinchos bañándose en la costa.



Nos acercamos muchísimo a las caídas de agua...

 

Aunque eso de tirar la lancha debajo mismo del agua y decirte que era un bautismo fue un poco exagerado... ¡Mucha agua!






Cataratas (Segunda Parte)

Completamente empapados (por suerte era un día de 30 grados y soleado) recorrimos las pasarelas inferiores y superiores del parque.



Después nos tomamos un trencito hasta la entrada de la pasarela de Garganta del Diablo.



Camino a la Garganta, vimos un yacaré durmiendo, un bagre tamaño baño, varias urracas con penachos negros y varias tortugas acuáticas, que tomaban sol en los pilotes (la frase del día fue la de una señora, acodada a la baranda gritándole a su compañera detrás nuestro: "¡Mirá Porota qué cacho de tortuga!")

 
 


De la Garganta del Diablo nos quedó sólo esta foto, porque de cerca es imposible capturar más que parcialmente la caída y las panorámicas que intenté me quedaron bastante impresentables...


Pero de más está decir que es intimidante la Garganta, completamente sobrecogedora.

Para volver nos llevaron en otro gomón, pero este sólo impulsado por la suave corriente y el remo de un guía que nos fue señalando a un yacaré, dos monos capuchinos que se cruzaron de costa a costa sobre nuestras cabezas por las ramas de los árboles y un par de tucanes en un atardecer idílico.




Ya en el camino de regreso nos cruzamos con una familia de monos capuchinos que comían los frutos amarillos de un árbol, pude enganchar a uno solo:




Y casi antes de salir del Parque Nacional vimos a este simpático bichito, que para mí no es más que un simple y común cuis, de los mismos que vemos acá en las bardas, pero para Caro es no sé qué tipo de tapir pequeño, se levantan apuestas.



Anocheciendo el Chueco (el taxista de cabecera hasta ese momento en Iguazú) nos pasó a buscar, levantamos las valijas del hotel argentino y nos llevó hasta el hotel de Foz de Iguazú, en Brasil. La aduana, un verdadero chiste, ni nos bajamos del auto; del lado argentino una chica nos miró las caras desde una garita y del lado brasilero directamente el taxista llevó nuestros documentos e hizo él el trámite.
Cenamos en un Pizza Hut (sí, ya sé, pero la tentación de volver a hincarle el diente a una de esas pizzas fue demasiado) y nos fuimos a dormir temprano, que al otro día teníamos que visitar las mismas Cataratas, pero desde el otro lado.

Cataratas (Tercera Parte)

Desayunamos en el hotel y nos tomamos un colectivo al parque brasilero de las Cataratas. La experiencia es completamente diferente, es sólo una pasarela hasta llegar a la Garganta del Diablo, la vista es mucho más amplia y panorámica que de nuestro lado (es lógico, la mayoría de los saltos están en la costa argentina, por lo que del lado brasilero se ven de frente) pero no tienen la misma potencia ni generan la misma adrenalina que desde el lado argentino. Salvo en el caso de la Garganta misma, en la cual hicieron una pasarela para verla de frente y desde abajo, de donde salís bien, pero bien mojado.

 





Volvimos pasado el mediodía y almorzamos en una típica churrascaría brasilera una feijoada im-pre-sio-nan-te.
Nos tiramos a dormir la siesta y cuando nos levantamos ya llovía mal, o sea, nos volvimos a dormir.
A la noche enganchamos una combi gratuita del hotel al Casino de Ciudad del este en Paraguay porque nos habían dicho que tenían espectáculos, bebidas gratis y no sé qué otras cosas... El tema es que llegamos y nos encontramos un panorama deprimente, un casino de maquinitas y un par de mesas, un bar donde te servían hamburguesas y un escenario pedorro donde iban a bailar seis chicas danzas árabes. Así como entramos le pedimos al tipo de la combi que nos llevara de vuelta.
De más está decir que nunca nos pidieron ni el documento para entrar o salir de Paraguay.
Cenamos unos pinchos en una lanchería (ya había dejado de llover) y a la cama.

Cidade maravilhosa

El lunes al mediodía salimos en vuelo de TAM para Río de Janeiro, se ve linda hasta desde arriba...


Nos tomamos un taxi hasta el Ibis Copacabana, que quedaba a dos cuadras de la playa, a una del subte y a otra de la avenida Copabana.
Tiramos las valijas y salimos para Copa...



Nos tomamos un colectivo para Botafogo y nos subimos al teleférico del Pao de Açúcar...



Como me había dicho Sabrina, subimos de día, vimos el atardecer mientras se iban prendiendo las luces de la ciudad y bajamos de noche, una experiencia religiosa. 




Lo sorprendente es la velocidad en que se hace de noche, como Río está detrás de una serie de morros, el sol, al caer detrás de ellos, hace que estés viendo el atardecer y de repente se haga de noche.


Al bajar fuimos a la playita que queda al lado del Pao, la misma que se ve en una de las fotos de arriba, pero a esta hora ya estaba llena de pescadores y no daba meterse al agua y clavarse un anzuelo.


Volvimos caminando hasta el hotel, la zona es hermosa, primero están varias facultades, después un barrio de edificios con canchas de basquet y parques en el centro, después un shopping. Pasamos el tunel de no sé cuánto (no, no me acuerdo el nombre) y después de hora y media de patear (con Caro creemos que la mejor forma de conocer una ciudad, a pesar del cansancio, es caminar lo más que se pueda) llegamos hasta cerca del hotel, comimos en un barcito de por ahí y nos fuimos a dormir.

Bossa y Samba

El segundo día en Río nos levantamos temprano, desayunamos en el hotel y salimos a caminar por Copacabana hacia Ipanema.


Frente al Copacabana Palace (un hotel de p*** madre) hay una estatua de un periodista, no lo conozco, pero ¡es una estatua de un periodista!


Cruzamos el morro por un parquecito y llegamos a Ipanema, le dejamos las cosas a una pareja de suizos para que nos las cuiden y nos metimos al agua. 


Buscando el bar Garota de Ipanema, que es el viejo bar Veloso, donde Vinicius y Tom Jobim escribieron el famoso tema (y que por fines comerciales ahora lo denominaron así) terminamos comiendo en un restaurant re cool con patio abierto.
Y seguimos caminando por Ipanema.


Pero al final lo encontramos al Garota de Ipanema, y nos tomamos una caipirinha, ¿qué otra cosa?


Nos volvimos en colectivo y a la noche salimos para Lapa en subte, pero cuando salimos nos encontramos que estaba lloviendo, así que con paraguas de apuro y las malas, muy malas indicaciones de un policía carioca, llegamos a la rua Lavadreiro caminando cuatro cuadras de más (moraleja, ya nos había pasado en la ruta a Guarujá el año pasado, nunca hay que preguntarle a un policía brasilero donde queda nada, no sé si es porque no tienen nunca la menor idea o directamente te indican mal a propósito)


Pero, llegamos a Río Scenarium...


Brasil tiene un montón de estilos musicales propios, el forró, el axe, la bossa nova, el samba... Pero el verdadero corazón del pueblo está en el samba, el ritmo que los moviliza y, especialmente en Río, junto a las escolas y el carnaval, el verdadero espíritu musical popular. Rio Scenarium es uno de los lugares más tradicionales donde se dan cita casi todos los más reconocidos artistas del Samba, es un espacio enorme, con muchos salones, decorado con antigüedades de Brasil, con un restaurant y un escenario. 
Ahí cenamos escuchando a Noca da Portela, uno de los representantes más antiguos del samba brasilero, de hecho esta semana estaba festejando sus sesenta años con la música. Y así fueron como dos horas de música sonde fue invitando a varios de sus amigos (casi todos los músicos que lo acompañaban era o sobrinos o primos o nietos), entre ellos Peque da Portela, un galán maduro que tenía un estilo recontra Vinicius.
A parte las caipirinhas y el salmón rosado estuvieron impresionantes. 


 (Nótese que fue totalmente involuntario que el camarao de Caro lo hiciera tuerto al pobre de Miles)



Salimos de Lapa y encaramos para el subte de vuelta, no vimos nada, pero nada peligroso, mucho de lo que se dice de Río y su inseguridad es más que nada un rumor, o lo era antes. Nosotros caminamos tranquilamente y disfrutando las calles y el clima (estoy seguro que debe haber zonas que no son recomendables para quien no conoce, como cerca de los arcos o bajo los morros, pero las zonas transitadas son completamente tranquilas)